Oh Señor Ten Piedad - Letra de la canción - Música Católica
Letra de la canción "En piedad, oh Señor"
La canción "En piedad, oh Señor" es una hermosa composición de música católica que nos invita a reflexionar sobre nuestra necesidad de la misericordia y el perdón de Dios. A través de sus estrofas, nos sumergimos en una profunda oración de arrepentimiento y súplica, reconociendo nuestras faltas y buscando la reconciliación con nuestro Creador.
Estrofa 1
En la primera estrofa de la canción, se nos invita a clamar al Señor en busca de su piedad y compasión. Reconocemos nuestra condición de pecadores y pedimos que Dios nos lave de nuestra maldad y nos limpie de nuestro pecado. Es un llamado a la humildad y a reconocer nuestra necesidad de la gracia divina.
Estrofa 2
En la segunda estrofa, se nos recuerda que debemos reconocer nuestras transgresiones y tener siempre presente nuestro pecado. Nos damos cuenta de que hemos pecado contra Dios y solo contra Él. Es un momento de introspección y de tomar conciencia de nuestras acciones.
Estrofa 3
En la tercera estrofa, se nos anima a buscar la purificación y la limpieza. Se menciona el hisopo, un elemento utilizado en la antigüedad para purificar y santificar. Pedimos a Dios que nos purifique y nos haga más blancos que la nieve, simbolizando la pureza y la renovación de nuestro ser.
Estrofa 4
La cuarta estrofa nos habla del gozo y la alegría que experimentamos cuando somos perdonados y restaurados por Dios. Nuestros huesos se regocijan y nos sentimos renovados en lo más profundo de nuestro ser. Es un momento de gratitud y alabanza por la obra de redención que Dios realiza en nuestras vidas.
Estrofa 5
En la quinta estrofa, pedimos a Dios que aparte su rostro de nuestros pecados y borre todas nuestras iniquidades. Reconocemos que solo Él tiene el poder de perdonar y limpiar nuestros corazones. Es un acto de humildad y entrega total a la voluntad de Dios.
Estrofa 6
En la sexta estrofa, hacemos una súplica a Dios para que cree en nosotros un corazón limpio y renueve un espíritu recto dentro de nosotros. Reconocemos que necesitamos un cambio interior, una transformación que solo puede ser realizada por el poder de Dios. Es un momento de rendición y confianza en su obra en nuestras vidas.
Estrofa 7
La séptima estrofa nos recuerda la importancia de permanecer en la presencia de Dios y no ser apartados de su Espíritu Santo. Reconocemos que sin la guía y la presencia de Dios, no podemos vivir una vida plena y en comunión con Él. Es un llamado a buscar constantemente la cercanía de Dios y a no apartarnos de su amor.
Estrofa 8
En la octava estrofa, pedimos a Dios que nos devuelva el gozo de su salvación y que su Espíritu nos sostenga. Reconocemos que solo en Dios encontramos verdadera alegría y plenitud. Es un momento de anhelo y deseo de experimentar la presencia y el amor de Dios en nuestras vidas.
Estrofa 9
En la novena estrofa, nos comprometemos a enseñar a otros los caminos de Dios y a ser instrumentos de su gracia y misericordia. Reconocemos que, al experimentar el perdón y la restauración de Dios, tenemos la responsabilidad de compartir su amor con aquellos que nos rodean. Es un llamado a ser testigos de la obra de Dios en nuestras vidas.
Estrofa 10
En la décima estrofa, pedimos a Dios que nos libre de todo mal y nos proteja de cualquier daño. Reconocemos que solo en Él encontramos verdadera salvación y seguridad. Es un momento de confianza y entrega total a la protección divina.
Estrofa 11
La undécima estrofa nos invita a abrir nuestros labios y alabar a Dios. Reconocemos que no es en los sacrificios externos donde Dios encuentra placer, sino en un corazón quebrantado y humillado. Es un llamado a adorar a Dios con sinceridad y humildad.
Estrofa 12
En la duodécima estrofa, se nos anima a hacer el bien y a edificar el Reino de Dios. Reconocemos que nuestras acciones deben estar en línea con la voluntad de Dios y que debemos trabajar por la justicia y la paz. Es un momento de compromiso y servicio a los demás.
Estrofa 13
En la decimotercera estrofa, se nos recuerda que los sacrificios que agradan a Dios son aquellos que provienen de un corazón sincero y obediente. No se trata de ofrecer sacrificios externos, sino de vivir una vida en conformidad con la voluntad de Dios. Es un llamado a la obediencia y a la entrega total a Dios.
Estrofa 14
La decimocuarta estrofa nos invita a ofrecer a Dios nuestra alabanza y gratitud. Reconocemos que solo en Él encontramos verdadera adoración y que nuestras acciones deben estar motivadas por un corazón agradecido. Es un momento de celebración y reconocimiento de la grandeza de Dios.
Estrofa 15
En la decimoquinta estrofa, se nos anima a buscar el bienestar de la comunidad y a trabajar por la restauración de la ciudad. Reconocemos que somos llamados a ser agentes de cambio y a llevar el amor de Dios a aquellos que nos rodean. Es un momento de compromiso y servicio a los demás.
Estrofa 16
En la decimosexta estrofa, se nos recuerda que cuando vivimos en justicia y obediencia, nuestras ofrendas son agradables a Dios. No se trata solo de realizar rituales externos, sino de vivir una vida en conformidad con la voluntad de Dios. Es un llamado a la integridad y a la entrega total a Dios.
Estrofa 17
La decimoséptima estrofa nos invita a ofrecer a Dios nuestra adoración y nuestras vidas como un sacrificio vivo. Reconocemos que nuestra mayor ofrenda a Dios es entregarnos por completo a Él y vivir en obediencia a su Palabra. Es un momento de consagración y entrega total a Dios.
Estrofa 18
En la decimoctava estrofa, se nos anima a buscar el bienestar de la comunidad y a trabajar por la restauración de la ciudad. Reconocemos que somos llamados a ser agentes de cambio y a llevar el amor de Dios a aquellos que nos rodean. Es un momento de compromiso y servicio a los demás.
Estrofa 19
En la decimonovena estrofa, se nos recuerda que cuando vivimos en justicia y obediencia, nuestras ofrendas son agradables a Dios. No se trata solo de realizar rituales externos, sino de vivir una vida en conformidad con la voluntad de Dios. Es un llamado a la integridad y a la entrega total a Dios.
Estrofa 20
La vigésima estrofa nos invita a ofrecer a Dios nuestra adoración y nuestras vidas como un sacrificio vivo. Reconocemos que nuestra mayor ofrenda a Dios es entregarnos por completo a Él y vivir en obediencia a su Palabra. Es un momento de consagración y entrega total a Dios.
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