Salmo para un hijo enfermo: Los mejores salmos recomendados

- 1. Salmo 23: El Señor es mi pastor
- 2. Salmo 91: El que habita al abrigo del Altísimo
- 3. Salmo 103: Bendice, alma mía, al Señor
- 4. Salmo 107: Den gracias al Señor por su misericordia
- 5. Salmo 118: Dad gracias al Señor porque es bueno
- 6. Salmo 121: Alzaré mis ojos a los montes
- 7. Salmo 139: Señor, tú me examinas y me conoces
- 8. Salmo 147: Alaba, Jerusalén, al Señor
- 9. Salmo 150: Alabad a Dios en su santuario
Cuando un hijo se encuentra enfermo, es natural que como padres nos preocupemos y deseemos lo mejor para su pronta recuperación. En momentos como estos, la fe y la oración pueden ser una gran fuente de consuelo y fortaleza. Los salmos son una forma poderosa de comunicarnos con Dios y expresar nuestras peticiones y deseos. A continuación, te presentamos algunos de los mejores salmos recomendados para rezar por la salud de un hijo enfermo.
1. Salmo 23: El Señor es mi pastor
El Salmo 23 es uno de los salmos más conocidos y amados de la Biblia. En él, el salmista David expresa su confianza en Dios como su pastor y proveedor. Este salmo es especialmente reconfortante cuando nos encontramos en momentos de dificultad y necesidad.
Rezar el Salmo 23 por la salud de un hijo enfermo nos ayuda a recordar que Dios está con nosotros en todo momento, guiándonos y cuidándonos. Nos recuerda que no estamos solos en nuestras preocupaciones y que podemos confiar en que Dios proveerá todo lo necesario para la sanidad de nuestro hijo.
Salmo 23:
El Señor es mi pastor, nada me falta;
en verdes pastos me hace descansar.
Junto a tranquilas aguas me conduce,
me infunde nuevas fuerzas.
Me guía por sendas de justicia
por amor a su nombre.
Aunque pase por el más oscuro de los valles,
no temeré peligro alguno,
porque tú estás conmigo;
tu vara y tu cayado me infunden aliento.
Dispones ante mí un banquete
en presencia de mis enemigos.
Has ungido con perfume mi cabeza;
has llenado mi copa a rebosar.
La bondad y el amor me seguirán
todos los días de mi vida;
y en la casa del Señor
habitaré para siempre.
2. Salmo 91: El que habita al abrigo del Altísimo
El Salmo 91 es un salmo de protección y seguridad en el cual se nos asegura que aquellos que confían en Dios estarán bajo su cuidado constante. Este salmo es una poderosa oración de fe y confianza en la protección divina.
Rezar el Salmo 91 por la salud de un hijo enfermo nos ayuda a recordar que Dios es nuestro refugio y fortaleza en tiempos de enfermedad y peligro. Nos da la seguridad de que nuestro hijo está bajo la protección de Dios y que Él lo guardará de todo mal.
Salmo 91:
El que habita al abrigo del Altísimo
se acoge a la sombra del Todopoderoso.
Dice al Señor: «Tú eres mi refugio,
mi fortaleza, el Dios en quien confío».
El te librará del lazo del cazador
y del veneno mortal.
Te cubrirá con sus plumas,
y bajo sus alas encontrarás refugio.
Su verdad será tu escudo y tu baluarte.
No temerás el terror de la noche,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que acecha en las sombras,
ni la plaga que destruye a mediodía.
Caerán a tu lado mil
y diez mil a tu derecha,
pero a ti no te alcanzará.
Sólo con tus ojos mirarás
y verás la recompensa de los impíos.
Porque has puesto al Señor por tu refugio,
al Altísimo por tu protección.
No se te acercará ninguna desgracia,
ningún desastre llegará a tu hogar.
Pues a sus ángeles ha dado órdenes
de que te cuiden en todos tus caminos.
En sus manos te llevarán,
para que tu pie no tropiece en piedra.
Andarás sobre leones y víboras;
pisotearás leones y dragones.
«Porque a mí se acogió, lo libraré;
lo protegeré, porque reconoce mi nombre.
Me invocará, y le responderé;
estaré con él en momentos de angustia.
Lo libraré y lo llenaré de honores.
Lo colmaré de días abundantes
y le haré gozar de mi salvación».
3. Salmo 103: Bendice, alma mía, al Señor
El Salmo 103 es un salmo de alabanza y gratitud hacia Dios por su amor y misericordia. En este salmo, el salmista nos invita a bendecir al Señor y a no olvidar todos los beneficios que Él nos ha dado.
Rezar el Salmo 103 por la salud de un hijo enfermo nos ayuda a recordar que Dios es el sanador y que su amor y misericordia son infinitos. Nos invita a agradecerle por su bondad y a confiar en que Él restaurará la salud de nuestro hijo.
Salmo 103:
Bendice, alma mía, al Señor;
bendiga todo mi ser su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides ninguno de sus beneficios.
Él perdona todos tus pecados
y sana todas tus dolencias.
Él rescata tu vida del sepulcro
y te cubre de amor y compasión.
Él colma de bienes tu vida;
tu juventud se renueva como el águila.
El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos.
Él reveló sus caminos a Moisés,
su voluntad a los hijos de Israel.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento para la ira y lleno de amor.
No nos trata según nuestros pecados
ni nos paga según nuestras maldades.
Como se levanta el oriente sobre el occidente,
así aleja de nosotros nuestras transgresiones.
Como un padre tiene compasión de sus hijos,
así el Señor tiene compasión de los que le temen.
Pues él sabe de qué estamos hechos;
se acuerda de que somos polvo.
La vida del hombre es como la hierba,
florece como la flor del campo;
pero, cuando pasa el viento por ella,
deja de existir y nadie vuelve a encontrarla.
Pero el amor del Señor
permanece para siempre con los que le temen,
y su justicia para los hijos de sus hijos,
para los que cumplen su pacto
y se acuerdan de sus preceptos
para ponerlos por obra.
4. Salmo 107: Den gracias al Señor por su misericordia
El Salmo 107 es un salmo de acción de gracias en el cual se nos invita a dar gracias al Señor por su misericordia y fidelidad. En este salmo, el salmista relata diferentes situaciones en las cuales las personas claman a Dios en tiempos de angustia y Él las rescata.
Rezar el Salmo 107 por la salud de un hijo enfermo nos ayuda a recordar que Dios es nuestro salvador y que siempre está dispuesto a escuchar nuestras súplicas. Nos anima a dar gracias por su misericordia y a confiar en que Él sanará a nuestro hijo.
Salmo 107:
Den gracias al Señor por su misericordia,
por sus maravillas en favor de los hombres.
Él sacia al sediento
y llena de bienes al hambriento.
Los que estaban sentados en tinieblas
y en sombras de muerte,
prisioneros en aflicción y hierros,
porque se rebelaron contra las palabras de Dios
y despreciaron el consejo del Altísimo,
por eso quebrantó su corazón con el trabajo;
tropezaron y no hubo quien los ayudara.
Clamaron al Señor en su angustia,
y los libró de sus aflicciones.
Los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte,
y rompió sus cadenas.
Den gracias al Señor por su misericordia,
por sus maravillas en favor de los hombres.
Porque quebrantó las puertas de bronce
y despedazó las barras de hierro.
Los insensatos, por su conducta rebelde,
y por sus pecados, sufrieron aflicción.
Aborrecieron toda comida
y llegaron hasta las puertas de la muerte.
Clamaron al Señor en su angustia,
y los libró de sus aflicciones.
Envió su palabra y los sanó;
los rescató de la fosa.
Den gracias al Señor por su misericordia,
por sus maravillas en favor de los hombres.
Ofrezcan sacrificios de acción de gracias
y proclamen sus obras con cánticos de alegría.
5. Salmo 118: Dad gracias al Señor porque es bueno
El Salmo 118 es un salmo de alabanza y acción de gracias en el cual se nos invita a dar gracias al Señor por su bondad y fidelidad. En este salmo, el salmista proclama la grandeza de Dios y su amor eterno.
Rezar el Salmo 118 por la salud de un hijo enfermo nos ayuda a recordar que Dios es bueno y que su amor perdura para siempre. Nos anima a dar gracias por su bondad y a confiar en que Él obrará milagros en la vida de nuestro hijo.
Salmo 118:
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterno su amor.
Diga la casa de Israel:
«¡Su amor perdura para siempre!»
Diga la casa de Aarón:
«¡Su amor perdura para siempre!»
Digan los fieles del Señor:
«¡Su amor perdura para siempre!»
Desde mi angustia clamé al Señor,
y él me respondió poniéndome en un lugar espacioso.
El Señor está conmigo, no temo;
¿qué me puede hacer un hombre?
El Señor está conmigo, es mi ayuda;
veré derrotados a mis enemigos.
Es mejor refugiarse en el Señor
que confiar en el hombre.
Es mejor refugiarse en el Señor
que confiar en príncipes.
Todas las naciones me rodearon,
pero en el nombre del Señor las rechacé.
Me rodearon por todas partes,
pero en el nombre del Señor las rechacé.
Me rodearon como abejas,
pero se extinguieron como espinas ardientes;
en el nombre del Señor las rechacé.
Me empujaron con violencia para derribarme,
pero el Señor me ayudó.
El Señor es mi fuerza y mi canción;
él es mi salvación.
Escuchen: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa;
la diestra del Señor es exaltada.
La diestra del Señor es poderosa;
no moriré, sino que viviré
y contaré las obras del Señor.
El Señor me ha castigado con dureza,
pero no me ha entregado a la muerte.
Ábranme las puertas de la justicia,
para que entre y dé gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor;
por ella entran los justos.
Te doy gracias porque me respondiste,
porque fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra principal.
Esto ha sido hecho por el Señor;
es maravilloso a nuestros ojos.
Este es el día en que actuó el Señor;
regocijémonos y alegrémonos en él.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Desde la casa del Señor los bendecimos.
El Señor es Dios, y él nos ha dado luz.
Aten con cuerdas el sacrificio festivo
y llévenlo hasta los cuernos del altar.
Tú eres mi Dios, y te doy gracias;
eres mi Dios, y te exalto.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterno su amor.
6. Salmo 121: Alzaré mis ojos a los montes
El Salmo 121 es un salmo de confianza en la protección divina. En este salmo, el salmista reconoce que su ayuda viene del Señor, quien es el creador de los cielos y la tierra.
Rezar el Salmo 121 por la salud de un hijo enfermo nos ayuda a recordar que Dios es nuestro guardián y protector. Nos anima a confiar en que Él velará por la salud y bienestar de nuestro hijo, incluso en medio de la enfermedad.
Salmo 121:
Alzaré mis ojos a los montes;
¿de dónde vendrá mi ayuda?
Mi ayuda viene del Señor,
creador del cielo y de la tierra.
No permitirá que tu pie resbale;
no se dormirá el que te cuida.
No se dormirá ni se adormecerá
el que cuida de Israel.
El Señor te cuida;
el Señor es tu sombra protectora,
siempre a tu derecha.
De día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te protegerá de todo mal;
él cuidará tu vida.
El Señor cuidará tu salida y tu entrada,
desde ahora y para siempre.
7. Salmo 139: Señor, tú me examinas y me conoces
El Salmo 139 es un salmo que habla del conocimiento y la presencia constante de Dios en nuestras vidas. En este salmo, el salmista reconoce que Dios lo conoce completamente, incluso en los momentos más íntimos y oscuros.
Rezar el Salmo 139 por la salud de un hijo enfermo nos ayuda a recordar que Dios conoce las necesidades más profundas de nuestro hijo y que está presente en cada momento de su enfermedad. Nos anima a confiar en que Dios tiene un plan perfecto para su vida y que Él obrará en su sanidad.
Salmo 139:
Señor, tú me examinas y me conoces;
sabes cuándo me siento y cuándo me levanto,
aun a la distancia me lees el pensamiento.
Recorres mi camino y mi descanso,
y conoces todos mis caminos.
Antes de que yo abra la boca,
tú ya lo sabes todo, Señor.
Tú me rodeas por detrás y por delante,
y pones tu mano sobre mí.
Tal conocimiento es maravilloso para mí,
tan elevado que no lo puedo alcanzar.
¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu?
¿A dónde podría huir de tu presencia?
Si subiera al cielo, allí estás tú;
si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también estás allí.
Si me elevara sobre las alas del alba,
o me estableciera en los extremos del mar,
aun allí tu mano me guiaría,
¡me sostendría tu mano derecha!
Si dijera: «Que me oculten las tinieblas;
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni las tinieblas serían oscuras para ti,
y aun la noche sería clara como el día.
¡Lo mismo son para ti las tinieblas que la luz!
Tú creaste mis entrañas;
me formaste en el vientre de mi madre.
¡Te alabo porque soy una creación admirable!
¡Tus obras son maravillosas,
y esto lo sé muy bien!
Mis huesos no te fueron desconocidos
cuando en lo más recóndito era yo formado,
cuando en lo más profundo de la tierra
era yo entretejido.
Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación:
todo estaba ya escrito en tu libro;
todos mis días se estaban diseñando,
aunque no existía uno solo de ellos.
¡Cuán preciosos, oh Dios, me son tus pensamientos!
¡Cuán inmensa es la suma de ellos!
Si me propusiera contarlos,
son más que los granos de arena.
Y si terminara de hacerlo,
me quedaría aún contigo.
¡Ojalá, oh Dios, acabaras con los impíos!
¡Apartaos de mí, malhechores!
Ellos se rebelan contra ti con malicia;
usan tu nombre en vano tus enemigos.
¿Acaso no aborrezco, Señor, a los que te aborrecen?
¿No detesto a los que se rebelan contra ti?
Los aborrezco con todo mi ser;
los tengo por enemigos míos.
Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón;
ponme a prueba y sondea mis pensamientos.
Fíjate si voy por mal camino,
y guíame por el camino eterno.
8. Salmo 147: Alaba, Jerusalén, al Señor
El Salmo 147 es un salmo de alabanza y gratitud hacia Dios por su poder y su cuidado constante. En este salmo, el salmista invita a Jerusalén a alabar al Señor por su amor y su poderoso actuar.
Rezar el Salmo 147 por la salud de un hijo enfermo nos ayuda a recordar que Dios es el sanador y que su poder es infinito. Nos anima a alabar y agradecer a Dios por su cuidado y a confiar en que Él obrará en la sanidad de nuestro hijo.
Salmo 147:
Alaba, Jerusalén, al Señor;
alaba a tu Dios, oh Sión.
El fortifica las puertas de tus ciudades,
y bendice a tus hijos dentro de ti.
El asegura la paz en tus fronteras;
te sacia con lo mejor del trigo.
Envía su palabra a la tierra,
y su mensaje corre velozmente.
Él hace caer la nieve como lana,
y esparce la escarcha como ceniza.
Él lanza su hielo en pedazos;
¿quién puede resistir su frío?
Envía su palabra, y los derrite;
hace soplar su viento, y fluyen las aguas.
Ha revelado sus palabras a Jacob,
sus preceptos y sus leyes a Israel.
No ha hecho esto con ninguna otra nación;
ellas no conocen sus leyes.
¡Alaben al Señor todas sus obras!
¡En todos los lugares donde él reina, alábenlo!
Alaba, alma mía, al Señor.
9. Salmo 150: Alabad a Dios en su santuario
El Salmo 150 es un salmo de alabanza y adoración en el cual se nos invita a alabar a Dios con todo nuestro ser y con todos los instrumentos musicales. En este salmo, el salmista nos anima a alabar a Dios por su grandeza y su poder.
Rezar el Salmo 150 por la salud de un hijo enfermo nos ayuda a recordar que Dios es digno de toda alabanza y adoración. Nos anima a elevar nuestras voces y agradecerle por su poder y su amor, confiando en que Él obrará en la sanidad de nuestro hijo.
Salmo 150:
¡Aleluya!
¡Alabad a Dios en su santuario!
¡Alabadlo en su poderoso firmamento!
¡Alabadlo por sus proezas!
¡Alabadlo por su inmensa grandeza!
¡Alabadlo con sonido de trompeta!
¡Alabadlo con arpa y lira!
¡Alabadlo con pandero y danza!
¡Alabadlo con cuerdas y flautas!
¡Alabadlo con címbalos resonantes!
¡Alabadlo con címbalos de júbilo!
¡Todo lo que respira alabe al Señor!
¡Aleluya!
En momentos de dificultad y preocupación, la oración puede ser un gran consuelo y una forma de encontrar paz y fortaleza. Los salmos son una herramienta poderosa para comunicarnos con Dios y expresar nuestras peticiones y deseos. Al rezar estos salmos por la salud de un hijo enfermo, podemos encontrar consuelo en la presencia de Dios y confiar en que Él obrará en su sanidad. Que estos salmos sean una fuente de esperanza y fortaleza para ti y tu familia en este tiempo de dificultad.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.