Cuando Era Pequeño Letra - Encuentra la letra de la canción aquí

Recuerdos de la infancia
Cuando era pequeño, muy pequeño, recuerdo que siempre, junto a mi cama juntaba las manos y de prisa rezaba, más rezaba como quien amaba. Las Ave Marías, yo rezaba, y siempre comía unas palabras a veces cansado me quedaba dormido, más dormía como quien amaba. Ave María de mi Señor.
El tiempo pasa, no vuelve atrás, siento nostalgia de aquellos días cuando dormía pensando en Ti. Ave María, Madre de Dios.
El poder de la oración
Después fui creciendo, fui creciendo y eché en el olvido mis oraciones. Llegaba a mi casa disgustado y cansado, y de hablarte nunca me acordaba. Anduve dudando, hoy recuerdo de cosas divinas que me enseñaban. En mí estaba muerto aquel niño inocente, mis caminos de Ti se alejaban.
Tu amor es muy grande, no, no se acaba, la Madre no olvida al que se marcha. Hoy llego a mi casa disgustado y cansado, pero rezo como ayer rezaba. Las mismas palabras que ahora rezo, y a veces olvido y hasta me duermo: no importa dormirse sin rezar lo debido, pues está mi corazón contigo. Ave María de mi Señor.
El paso del tiempo
El tiempo pasa, no vuelve atrás, y en mi corazón siento nostalgia de aquellos días de mi infancia cuando dormía pensando en Ti. Ave María, Madre de Dios.
Olvidando las oraciones
A medida que fui creciendo, me alejé de mis oraciones. Las preocupaciones y el cansancio de la vida diaria me hicieron olvidar la importancia de hablar contigo. Dudé de las cosas divinas que me enseñaron y perdí la inocencia de aquel niño que rezaba con amor.
Pero tu amor, Madre de Dios, es infinito y nunca se acaba. Aunque me alejé, tú nunca me olvidaste. A pesar de llegar a casa cansado y desanimado, he vuelto a rezar como lo hacía antes. A veces, incluso me quedo dormido mientras rezo, pero sé que mi corazón está contigo.
El reencuentro con la fe
En algún momento de mi vida, me di cuenta de que necesitaba volver a ti, Madre de Dios. Sentí un vacío en mi corazón y recordé las palabras divinas que me enseñaron cuando era niño. Me arrepentí de haberme alejado de ti y decidí retomar mi fe.
Desde entonces, he vuelto a rezar con devoción y amor. Las mismas palabras que solía decir de niño ahora salen de mis labios con renovado fervor. Aunque a veces me olvido o me quedo dormido, sé que mi corazón está contigo y eso es lo que importa.
El amor de una madre
Tu amor, Madre de Dios, es incomparable. Aunque me alejé de ti, nunca dejaste de amarme. Tu amor es tan grande que siempre estás dispuesta a perdonar y acoger a aquellos que se han alejado.
En los momentos de cansancio y desánimo, encuentro consuelo en tu amor maternal. Saber que estás ahí, escuchando mis oraciones y cuidando de mí, me da fuerzas para seguir adelante.
Rezando como antes
Ahora, cuando llego a casa cansado y desanimado, no olvido rezar como lo hacía antes. Aunque a veces me duermo mientras rezo, sé que mi corazón está contigo y eso es lo que importa.
Las mismas palabras que solía decir de niño, las Ave Marías, vuelven a salir de mis labios con amor y devoción. A través de la oración, encuentro paz y consuelo en ti, Madre de Dios.
El valor del corazón
La oración no se trata solo de decir palabras, sino de abrir el corazón y comunicarse con Dios. Aunque a veces me olvido o me quedo dormido, sé que lo importante es la intención y el amor con el que rezo.
Mi corazón está lleno de gratitud y amor hacia ti, Madre de Dios. A través de la oración, encuentro consuelo y fortaleza para enfrentar los desafíos de la vida.
Nostalgia de tiempos pasados
A medida que el tiempo pasa, siento nostalgia de aquellos días de mi infancia cuando rezaba con amor y devoción. Recuerdo con cariño los momentos en los que me quedaba dormido pensando en ti, Madre de Dios.
Aunque ya no soy aquel niño inocente, puedo volver a encontrar la paz y la alegría en la oración. A través de la conexión con lo divino, encuentro consuelo en los momentos de cansancio y desánimo.
El poder de la Madre de Dios
Tu poder, Madre de Dios, es infinito. A través de la oración, puedo experimentar tu amor y protección. Tu presencia en mi vida me da fuerzas para enfrentar los desafíos y encontrar consuelo en los momentos difíciles.
Gracias a ti, Madre de Dios, puedo encontrar paz y consuelo en la oración. Aunque a veces me olvido o me quedo dormido, sé que mi corazón está contigo y eso es lo que importa.
Ave María, Madre de Dios.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.